el caza cohete

La escoba

del diablo

Introducción por Barrie Pitt

( ... ) En la crónica de la aviación de motor es raro que se mencione el caza cohete tripulado. En esa crónica aparecen muchas ideas que se apartan, de manera más o menos radical, del concepto tradicional de la aviación desde los tranquillos días, que hicieron época, de Kitty Hawk. La mayor parte de esas ideas se han ido asimilando con el tiempo, se han desarrollado y viven todavía entre nosotros, pero las que eran erróneas se olvidaron rápidamente. es difícil encajar, en alguno de los capítulos de esa crónica, la historia raquítica del caza cohete, que empezó y acabó en poco más de una década.

A primera vista, una máquina que ofrecía una ventaja de velocidad de 500 km / h sobre cualquier otro avión de la época ( un Me - 163B V18 Komet cronometró 1.130 km / h el 6 de julio de 1944 ), una velocidad de subida fantastica y un techo superior al del más adelantado avión de hélice debería haber dado a su poseedor una superioridad invencible. Pero la magnífica promesa se vio condenada al fracaso. A esas brillantes cualidades había que oponer serias desventajas. El primer fallo, que resultaría fatal, era su autonomía extremadamente corta, propia de un sistema de propulsión que, incluso en aquellos primeros días, se bebía el combustible a razón de kilos por segundo. Seis o siete minutos de combate, como mucho, eran ya suficientes para agotar el combustible, e incluso su gran velocidad le acarreaba su propia penalización : le obligaba a retornar desde mayores distancias después de cada pasada.

( ... ) ... si el caza cohete hubiese dispuesto de unos cuantos años más de guerra para convertirse en un arma fiable, ¿habría sido un arma decisiva o importante ? ( ... ) En su corta vida, apenas suficiente para subir el primer escalón hacia el escenario de la histroa, atrajo sin embargo hacia sí algunos de los mejores y más intrépidos cerebros. Aquellos pilotos, montados en colas de fuego, apuntaban directamente a la Era Espacial.